En los años ochenta, los fabricantes británicos de ale comenzaron a coquetear con los amantes de las lager creando unas pale ale que tenían un contenido moderado de lúpulo, eran ricas en malta biscuit y servían como nexos de unión fáciles de beber ocupando el vacio que inexplicablemente separa a las cervezas ale de las lager.
Las cervezas ale rubias, que no suelen superar el 5,0 % vol., se han convertido en una poderosa arma de arsenal comercial de los fabricantes artesanales, y en los últimos años han arrasado en los festivales de cerveza británicos. Estas populares cervezas se suelen servir muy frías.
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