Para estar protegidas ante cualquier influencia negativa, como el oxígeno, la luz o las bacterias, algunas ale envejecidas necesitan un gran porcentaje de alcohol. Es el caso de las barley wine, las ale añejas, las porter o las ale escocesas fuertes.
Las cervezas de lúpulo también son una buena apuesta porque el lúpulo actúa como conservante. Cuando se beben jóvenes, estas cervezas pueden provocar una mueca de disgusto, pero la personalidad que le confiere el lúpulo se va reduciendo con el tiempo. Las indian pale ale y las double indian pale ale son ejemplos de este tipo de cervezas.
Como las ale envejecidas no se han estabilizado con la pasteurización o la filtración, suelen fermentarse en botella. Se añade levadura viva a la botella y, con el tiempo, la cerveza sigue fermentando. Cuando la levadura ha consumido todo el azúcar residual, el cuerpo de la cerveza se vuelve más liviano y más seco e intenso. Además, la levadura en botella puede proporcionar a la cerveza un gusto afrutado. Sin embargo, no es indispensable la fermentación en botella para almacenar la cerveza.
Las cervezas con un toque de madera son un rico y emergente mercado y se pueden almacenar muy fácilmente. A diferencia del vino y los licores, la cerveza se almacena en barriles de madera fresca, limpia y diseñada para no influir sobre el sabor final.
De todas formas, la mejor forma de almacenar estas cervezas es colocando las botellas en una caja, apartada de la luz, lejos del calor y sin regrigerar.
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